viernes, 6 de enero de 2012

LA NOCHE DE LOS NIÑOS.


¡Ya sé, ya sé!, esta noche es diferente.
Es la noche de los niños,
la noche de la ilusión y de la magia,
la única noche del año donde todos
disfrutamos pensando en lo que nos traerán los Reyes
en su forma material,
con salud y con amor.


Pero vuelvo a esa noche de los niños
a la que no quiero renunciar.
¡La noche tan ansiada y perseguida!,
la noche señalada de la magia,
la noche en que secretamente,
pedimos por escrito ó a través del pensamiento,
aquel regalo, aquella sonrisa,
aquella palabra
y ¿por qué no?,
aquel beso tan sublime que leímos en los cuentos.


Estoy seguro de que la Navidad
significa muchas cosas y tiene
en su centro religioso muchas más,
acertadas ó profanas,
pero sin duda hay una que destaca
y es la de esta noche.
Porque si en la noche de Navidad
se celebra el nacimiento en Belen,
en ésta, los ojos de muchos niños se cerrarán,
en la inocencia,
deseando ver cumplidos sus deseos,
sus pequeñas ambiciones
y estoy seguro de que despertarán alborozados
buscando por todos los rincones de la casa ese juguete,
aquel libro, la película soñada,
el aparato reproductor de sus juegos
y todo aquello en que su imaginación pudo recrearse.


Pero otros niños,
(quizás ya no tan niños),
vivirán también esta noche intensamente,
pedirán pocas cosas,
porque ya son conscientes de la realidad
de la vida,
y entre esas cosas pedirán la salud, la paz,
el amor y la felicidad de todos los que les rodean,
porque así es su mundo.
Un mundo de los sueños que no termina nunca,
quizás porque comenzó el mismo día en que nacieron
y acabará cuando se cierren sus ojos, para siempre,
con el último suspiro.


Rafael Sánchez Ortega ©
05/01/12

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