viernes, 15 de octubre de 2010

FUE UN MOMENTO MUY TIERNO...

(A todos los que formáis este bello Taller, con mi amistad y cariño y también a Nieves, que con su arte supo bordar este regalo inmerecido.)


***


Fue un momento muy tierno, lo confieso,
recibiendo aquel libro de regalo,
me sentí muy pequeño, diminuto,
y mis ojos de otoño se nublaron.

No era un libro cualquiera el que me daban,
eran dulces dibujos de una mano,
con pacientes y bellas estampitas
que surgieron de amigos impagados.

Las palabras se ahogaban en la boca,
no salían siquiera hasta los labios,
y mis ojos miraban a sus caras,
recordando minutos del pasado.

Allí estaban las Hadas y princesas,
los Quijotes que van en sus caballos,
y hasta Sancho seguía a Rocinante,
a encontrar la posada de su amo.

No sé bien qué pasó por mi cabeza
al leer aquel título enmarcado,
me sonaba la frase de portada
como música alegre del verano.

Y de pronto entendí que eran mis versos,
los poemas que forman un diario,
el rosario preciso de mis día,
de dos meses concretos de hace un año.

Pero estaban envueltos con premura
y con gracia y finura presentados,
entre flores muy bellas y diversas
que una artista pintó para este acto.

Y me dije que sí, que tengo amigos,
que no soy un cualquiera solitario,
que a mi lado caminan y confían
compañeros sensibles y románticos.

Yo soy sólo ese grano del desierto,
ese punto de apoyo con mi mano,
que corrige sin ciencia los escritos
y que manda de nuevo otros trabajos.

Pero soy para ellos más que amigo,
eso vi en los rostros, admirados,
y entendí el sentido de la vida
y no pude por menos que aceptarlo.

Agradezco de veras este libro,
que estará en un sitio muy preciado,
en el fondo sincero de mi alma
para ir a vosotros con mis cantos.

Rafael Sánchez Ortega ©
15/10/10

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