lunes, 30 de agosto de 2010

AQUEL DÍA...

Aquel día pararon los tranvías
y esbozaron un sueño en la cochera...
¡Tenían tantas ganas de descanso
que sus ojos cerraron tras las puertas!

Se olvidaron de hombres y de niños,
de mujeres, mercados y de iglesias,
se olvidaron de asfaltos y calzadas,
de paradas billetes y carteras.

Más también detuvieron los vapores
su paseo detrás de las mareas,
y quedaron silentes y atracados
a los muelles que cuidan las sirenas.

Unas notas se alzan por sus palos,
y recorren muy lentas la cubierta,
se estremecen las tablas tan curtidas
al sentir esa brisa siempre fresca.

Los camiones con paso trotamundo
se durmieron al borde de la acera,
y quedó recortada su figura
por la bruma y la luna que los llega.

El sonido apagado de los diesel,
esa tos que produce carraspera,
se redujo a silencio solamente,
sin el porte, la carga y la maleta.

Aquel día pararon los relojes
su tic-tac armonioso y sin reservas,
y quedaron pendientes las campanas
anunciando la misa y la novena.

Las devotas dejaron de ir a misa
pues no oyeron la hora de la iglesia,
y el vicario quizás muy sorprendido
se quedó pensativo ante la puerta.

Hasta el agua detuvo su camino
y la fuente tan linda quedó seca,
se durmieron sus gotas con la helada
en un lecho de rosas y camelias.

Descansaron cascadas y los ríos,
los estanques, embalses y compuertas,
con el agua dormida entre cristales
por el hielo y la nieve de la fiesta.

...Aquel día fue un día muy distinto,
fue el principio y el fin de una creencia,
y dormimos profundo en ese día,
descansando de sueños y poemas...

Rafael Sánchez Ortega ©
30/08/10

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