miércoles, 14 de julio de 2010

UNA ROSA SOLITARIA

Una rosa solitaria
vi en la tarde en tu cabello,
por debajo de la rosa,
tu rezabas en silencio.

Reclinabas la cabeza
y mirabas hacia el suelo,
más allá de las pisadas,
más allá del universo.

Una arruga de tu frente
te dejaba como un sello,
esa nota de tristeza
que quizás llevabas dentro.

No sabía a quien rezaban,
si era a Dios o era a tu dueño,
esos labios temblorosos
que tenían tanto miedo.

Me senté cerca, muy cerca,
de tu banco y de tu aliento,
con mi pecho desbocado
galopando por mis sueños.

Te sentía tan cercana,
tan profundamente dentro,
que cerró mis ojos verdes
un suspiro de los vientos.

Fue la brisa inmaculada
con su gracia y embeleso,
la que vino hasta mi lado
a llevarte lo que siento.

"...Una rosa solitaria
es ahora lo que veo,
una rosa dulce y tierna
que tú tienes en el pelo..."

Y a esa rosa ahora le mando
el cariño de mis besos,
las palabras que se ahogan
y el abrazo que retengo.

Porque nacen para ti,
las estrofas y los versos,
que han dejado las estrellas
en el alma de este ciego.

De este ciego enamorado,
que te mira desde el templo,
que suspira en tus suspiros
y que reza con tus rezos.

Rafael Sánchez Ortega ©
14/07/10

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