jueves, 8 de abril de 2010

TARDE GRIS Y TARDE TRISTE.

Tarde gris y tarde triste
donde el alma se refugia en el silencio,
en mirar a las personas
que te cruzas en la calle,
en buscar en las miserias de la vida
ese algo que te diga que adelante,
que a pesar de las tragedias
hay un halo de esperanza,
una rosa temblorosa
que te espera y que te busca,
una brisa que enviada desde lejos
va besando tus cabellos y tu cara,
una suave melodía
que se escapa de las olas de la playa,
una luz inmaculada de la tarde que termina,
con su rojo y con su fuego,
con la llama incandescente que se apaga
y se consume por la noche venidera.

¡Es la vida!, tú te dices,
son momentos delicados
de preguntas sin respuesta,
de mirar hacia los cielos
esperando que te digan por qué pasan estas cosas.
¿Por qué vives un presente sin poder mirar atrás
y volver aquel pasado tan feliz y tan gozoso?,
¿por qué existen ataduras del presente
que te impiden corregir aquellos tiempos
y minutos tan lejanos?...

Pero todo son palabras
que se mueren en los labios,
que se quedan en el alma prisionera,
que se ahogan en el pecho y la garganta
mientras sientes esa lágrima cruel
que te moja la mejilla.

No hay respuestas en la tarde
y tú las buscas,
como buscas esa vida que se escapa
y que se marcha con la tarde de tu vida.

No hay respuestas
en el pozo en que te encuentras
y aunque ansías las estrellas y la noche,
aunque rezas la plegaria a ese Dios inalcanzable,
aunque gritas en los versos y las letras
no hay un eco que responda a tu llamada,
ni una mano que se extienda hasta la tuya,
ni siquiera una mirada que te diga que tú existes.

¿Por qué vives,
por qué tienes algo más
que la tristeza de una tarde pasajera,
por qué amas a los hombres,
por qué sufres por su causa,
por qué sientes los latidos de la tierra,
por qué lloras con las gentes
compartiendo sus tristezas?...

Tarde gris y tarde triste,
en que buscas el vacío y te rebelas
a pesar de este silencio,
a pesar de las preguntas sin respuesta,
a pesar de las sonrisas inocentes de los niños
y del paso acompasado del anciano por el parque.

Un suspiro se te escapa entre los labios,
una lágrima traidora cae rodando de tus ojos,
tienes frío y soledad,
tienes miedo...

Rafael Sánchez Ortega ©
07/04/10

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