viernes, 16 de diciembre de 2011

NO, NO FUE MI IDEA...


No, no fue mi idea
la de venir a este mundo.
Pero aquí estoy
aunque nadie contara conmigo
y nadie me preguntara sobre ello.


Aquí me encuentro,
atrapado entre mis sueños,
en medio de este manto de ilusión
y fantasía.
Subiendo al autobús cada mañana
y marchando hacia el trabajo.
Saliendo a las once a tomar
el café
y mirando la prensa en el
bar de la esquina.
Haciendo operaciones y colocando
productos a clientes,
mientras pasa el tiempo lentamente
y escucho al jubilado que me cuenta
los problemas de su hija divorciada,
y luego a la tendera que me habla
de un bautizo de su nieto.
Pero también tengo una sonrisa
para el niño que llega con su padre
y me entrega sus ahorros.


...Pero no, no fue mi idea
la de venir a este mundo.
Como tampoco fue la de entrar
a trabajar en esta profesión;
pero otros decidieron por mi,
(como siempre).


A las tres termina la jornada
y suspirando me marcho para casa.
"Al fin soy libre", -me digo-,
pero esta libertad me dura solamente
el tiempo que tardo en llegar hasta la puerta,
porque allí se acaba y se termina,
desde el momento que introduzco la llave
en la cerradura y dejo la madera a mis espaldas.


Conozco este sitio.
Conozco este silencio.
Conozco la sonrisa velada que me espera.
Conozco el abrazo que quisiera, (y que no tengo).
Conozco...


No, amigo, tampoco fue mi idea
estar aquí así,
pero aquí estoy.
Tenía otros proyectos e ilusiones,
tenía una idea equivocada de la vida
y quizás todo fue por mi culpa,
todo se derrumbó,
en un segundo,
en un instante,
en un abrir
y cerrar los ojos...


Y aquí estoy ahora,
en mi soledad
y en mi silencio,
mirando el cuaderno
a través de mis sueños,
esperando que mis dedos lo acaricien;
esperando que ellos me devuelvan la respuesta,
la caricia, la mirada,
el suspiro, la palabra,
el beso, y el susurro...


¡"te amo..."!


Rafael Sánchez Ortega ©
16/12/11

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