sábado, 19 de junio de 2010

SE HUNDE NUESTRA NAVE SIN REMEDIO

Se hunde nuestra nave sin remedio
y vamos hacia el fondo de los mares,
marchamos a ese mundo de las sombras
en medio de profundas tempestades.

Las almas solitarias ya no gritan
y acusan con el dedo a los cobardes,
a aquellos tripulantes que perecen
sin lucha ni batalla por salvarse.

Hay una soledad en las marismas
que rompe el corazón haciendo sangre,
es dama solitaria y venenosa
matando sin piedad con sus puñales.

Y para el corazón con sus latidos,
se acaban los susurros en la tarde,
se pierden las alegres melodías
de noches y de playas con su baile.

El agua va subiendo en la sentina,
las bombas ya no achican, ni los baldes,
la quilla está vencida ante las olas
y busca el manto verde que la guarde.

Se hunde nuestro mundo de los sueños,
se apagan nuestras velas con el aire,
las mismas que prendieron mil sonrisas,
se ahogan en los pechos que no laten.

El agua va lamiendo la cubierta
y empuja hacia los fondos abismales,
las almas han perdido la partida
muriendo confinadas en su cárcel.

La cárcel del amor incomprendido,
la cárcel de pasiones indomables,
la misma que ofreció lechos y rosas
tenía carceleros con sus llaves.

El propio corazón queda en silencio,
no quiere ya luchar porque es muy tarde,
se marcha sin adiós hacia la nada,
ser marcha sin luchar a cualquier parte.

Rafael Sánchez Ortega ©
19/06/10

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